jueves, 30 de agosto de 2012

Gastón Mena: “Me entregaron los restos de mi papá en 2010, yo no quería saber mucho dónde estuvo ni nada, yo lo que quería era tenerlo conmigo”


Foto: Gastón Mena, a la salida del TOF N° 1 de San Martín, con la foto de sus padres Marta y Francisco.

El testimonio más duro de la audiencia de hoy en este juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo fue el de Gastón Mena, hijo de Marta Álvarez y Francisco Mena. Gastón, quien busca a un hermano nacido durante el cautiverio de su mamá, conmovió al público con el relato de su historia de vida, cuyo recuerdo arranca a partir de los seis años, en José C. Paz, bajo la tutela de su tía Lidia Esther Mena y su pareja, Oscar Álvarez. Hasta los once años, Gastón pensaba que ellos eran sus padres, pero las diferencias y los maltratos lo hacían dudar.
“En un campeonato Evita en el que participé, una persona mayor se me acercó y me dijo: ´Si tu papá estuviera vivo, estaría orgulloso de vos´. Después de esto Lidia y Oscar me tuvieron que contar que ellos eran mis tíos y que los que yo creía mis hermanos eran mis primos, y ahí me cayó toda la angustia encima. No me dijeron más nada, ´lo único que te voy a decir es que tus papás son desaparecidos´, me dijo Lidia”.
“Llegó el Mundial 86, Argentina dejó afuera a Inglaterra, todo el pueblo salió a festejar y yo llegué tarde y cuando llegué recibí una paliza de Oscar y me fui de esa casa. De los once a los diecisiete años viví en la calle. Tuve la suerte de que una persona me dio amor y contención, me puso una maestra particular para terminar el colegio, y cuando yo tenía dieciocho años me preguntó por mí y le dije que era hijo de desaparecidos. Entonces ella me cuenta de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, y empezamos a ir a la Secretaría de Derechos Humanos, había gente que sabía de mí y que yo no sabía de ellos, y empecé a armar el rompecabezas. En ese momento recibí una foto de mis padres con un bebé y ahí ví los rostros de mis viejos por primera vez, y el bebé era yo”.
“Me encontré después con mi abuelo materno y el me contó que mis padres habían sido secuestrados en Avenida San Martín y General Paz y que mi mamá estaba embarazada, y yo le preguntaba ‘¿cómo sabés vos?´, y él me contestaba ´es esto lo que te puedo decir´. Al tiempo conocí una tía, Celeste, que el marido era desaparecido, y ella me contó que mis padres fueron secuestrados de la casa de mi abuelo y que a mí me habían escondido atrás de un ropero y que mi mamá estaba embarazada. También tuve la oportunidad, más tarde, de estar en Entre Ríos con una hermana de mi abuela, ya fallecida, y ella me dijo que mis padres habían sido llevados de Ruta 197 y Panamericana… Había distintas versiones, no me cerraba, yo me quedé yo con la de General Paz y San Martín, pero recién el jueves pasado me enteré que fueron secuestrados de una casa con otros compañeros, supongo que esta es una nueva etapa del armado del rompecabezas…”.
“Me entregaron los restos de mi papá en 2010, sé que estaban en el Cementerio de Avellaneda, pero yo no quería saber mucho dónde estuvo ni nada, yo lo que quería era tenerlo conmigo”. “Que se haga justicia”, fue el deseo que expresó Gastón al concluir su testimonio.
La audiencia continuó con el testimonio de Patricia Bernardi, miembro fundadora del EAAF, y de una vecina de la casa en la que se realizó el operativo. Después de un cuarto intermedio establecido por los jueces, la ronda de testimonios siguió con las declaraciones de la Abuela Rosa Báez -madre de la embarazada María Eva Duarte- y de Walter Duarte, el hijo de Rosa.

Horacio Tiseira: “Esto no se puede superar porque es algo que no se termina de comprender”



Foto: Horacio junto a su hermano Leopoldo, en la puerta del TOF N° 1 de San Martín, a poco de haber dado testimonio en la causa.
 
Horacio Tiseira tenía un año cuando el grupo de tareas irrumpíó en su casa y se llevó a su padre y al resto de los compañeros que se hallaban en ese momento en la vivienda. Un año y medio menor que Leopoldo, Horacio dio crédito al relato de su hermano, de su madre y de su tío -que declararon antes que él- y compartió con el auditorio algunas reflexiones y vivencias acerca de los efectos que generó la desaparición de su padre.
“Fue muy difícil. En lo personal, me costó cuando fui padre, y me tocó ser padre muy joven, y si bien no existe un manual para ser padre, en ese momento sentía que había cosas que no entendía, muchas preguntas que le hubiera hecho a mi papá y que no le pude hacer… Y había más cosas que no entendía, por ejemplo, por qué mi mamá cocinaba pollo al horno para nosotros y además para una persona que estaba en la calle durmiendo. Después me di cuenta que hacía esto por la necesidad de que algún día aparezca mi papá, de que él sea una de estas personas de la calle, me di cuenta de la esperanza que tenía de volver a verlo”.
“En otro momento, cuando mi hijo tenía 16 años, mi mamá lo llevó a un lugar y le dijo: ´Acá, en este cajón, tengo todos los cuadernos de la escuela de tu papá (por mí), yo los tenía guardados por si un día tu abuelo aparecía”.
Horacio concluyó formulándose dos preguntas en voz alta que le han venido resonando a lo largo de estos años: “¿Se puede ser fuerte ante esta situación? Sí, se puede, para seguir luchando. ¿Pero se puede superar? No, no se puede, porque es algo que no se termina de comprender”.

Leopoldo Tiseira: “Lo que vivimos dejó marcas invisibles que difícilmente se puedan reparar”

Leopoldo, el hijo mayor de Sonia Toloza y Francisco Tiseira, contó que al momento del secuestro él tenía dos años. “A esa edad una criatura no recuerda qué pasa, pero yo estaba presente ese día a las once y media de la mañana cuando se realizó el operativo. Me siento un privilegiado porque a diferencia de muchas otras familias, nosotros tuvimos la suerte de reconstruir casi todo lo que había pasado, desde que llegó la patota, el paso por Campo de Mayo, y gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense, el destino de los cuerpos”.
La reconstrucción de los hechos fue posible en buena medida por la fuga de uno de nuestros tíos, Julio Visuara, a una semana del operativo. Él narró el secuestro detalladamente y estos detalles avalan que estuveron en Campo de Mayo. “Mi papá, desde la ventanita de la celda, alcanzó a ver el colectivo 176, las vías, y dijo: ´Esta es la ruta 8, estamos en Campo de Mayo’. Y esto nos lo cuenta más tarde Julio Visuara”.
Según Leopoldo, esta denuncia también apareció en un cable de la agencia clandestina Ancla y fue publicada en 1985 en un libro del periodista Horacio Verbitsky en que compiló las informaciones difundidas por Ancla.
“Mi mamá nos rescató al día siguiente del operativo”, puntualizó Leopoldo, quien añadió que los militares volvieron a la casa a posteriori de la fuga de su tío. “Marta Álvarez”, afirmó, “estaba embarazada casi a término, era muy notorio su embarazo, y mi mamá se acordaba que se atendía en el Hospital Larcade de San Miguel”.
“Marta Álvarez también estuvo en Campo de Mayo y buscamos a su hijo o hija que sabemos que nació. A los restos de mi papá se llegó buscando otros cuerpos y esto nos dejó una gran marca. Hasta hoy tuvimos que recorrer una gran cantidad de instancias de búsqueda de justicia. Recuerdo haber participado de muchas manifestaciones, del apoyo de los organismos de derechos humanos y de habernos vinculado con otros familiares, esto fue fundamental para contenernos y darnos ánimo”.
“A los 20 años formé parte de la fundación de la organización Hijos, desde donde pudimos aportar lo nuestro para que se anularan las leyes de impunidad, y hoy integro un colectivo de hijos de desaparecidos, Colectivo de Hijos. Todo lo que fuimos pasando dejó marcas invisibles que difícilmente se puedan reparar, nosotros también fuimos víctimas, y como tales sufrimos muchas consecuencias que no fueron evaluadas, que no se ven, por eso necesitamos que el Estado genere mecanismos de reparación y de justicia”.

El drama de una familia víctima del terrorismo de Estado

El primer testimonio de la jornada de hoy fue de Sonia Toloza, cuyo marido, Francisco Enrique Tiseira, fue secuestrado en el mismo operativo en el que se llevaron a Julio Visuara y a su mujer Norma Argentina Benavidez; a Marta Graciela Álvarez (embarazada de entre siete y medio y nueve meses al momento del secuestro) y a su esposo Hugo Francisco Mena.
Sonia reconstruyó en detalle cómo se sucedieron los hechos desde ese momento hasta hoy. Su llegada a la casa y el encuentro con los cinco chicos –sus dos hijos entre ellos, Leopoldo y Horacio–, cómo se encargó de contactar y reunirlos con sus familias, la fuga de Julio Visuara de Campo de Mayo, los hábeas corpus, las marchas en las que participó pidiendo justicia, las múltiples dificultades que padeció desde entonces y el reconocimiento de los restos de su compañero, hallado en una fosa común en el Cementerio de Avellaneda juntos a otros cuerpos NN.
Al relato de Sonia siguió el de su hermano, Eduardo Toloza, quien precisó el breve encuentro con Julio Visuara, ocurrido en Villa Ballester. “A dos o tres días de haberse escapado habló conmigo y con mi madre unas palabras, y después se retiró y nunca más lo vimos. Era socio de mi cuñado en una gomería, él había sido detenido también en la casa de mi hermana y mi cuñado. Visuara no me hizo mención a este hecho, me preguntó por Sonia y nada más, estaba muy asustado”.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Continúan las audiencias en el juicio por Campo de Mayo, con el testimonio de una Abuela y un hermano que busca


(Comunicado de prensa)

Abuelas de Plaza de Mayo informa que el jueves el 30 de agosto, desde las 9.30, se retomarán las audiencias públicas en el nuevo juicio por Campo de Mayo, por veinte víctimas, entre ellas siete embarazadas. La Abuela Rosa Báez -madre de la embarazada María Eva Duarte- y el nieto Gastón Mena -quien busca a su hermano o hermana nacido en cautiverio- serán algunos de los que brinden testimonio durante esa jornada.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Número 1 de San Martín juzga a los represores Santiago Omar Riveros, Reynaldo Benito Bignone, Luis Sadí Pepa, Eugenio Guarañabens Perelló, Julio San Román, Hugo Miguel Castagno Monge, Carlos Eduardo José Somoza, Carlos del Señor Garzón y María Francisca Morillo, estos últimos por la apropiación de la nieta restituida Catalina de Sanctis Ovando.
En esta jornada comenzará la ronda de testimonios por la desaparición de Francisco Enrique Tiseira, Julio Visuara, Norma Argentina Benavidez; Marta Graciela Álvarez (embarazada de entre 7 y 9 meses al momento del secuestro) y Hugo Francisco Mena; María Eva Duarte, quien dio a luz a un niño entre abril y mayo de 1978, y su pareja Samuel Alberto Aranda.
Este jueves se prevé que declaren: Sonia Toloza, mujer de Tiseira; Leopoldo y Horacio Tiseira, hijos de Sonia y Francisco; Eduardo Toloza, hermano de Sonia; Gastón Mena, hijo Marta Álvarez y Hugo Mena; Patricia Bernardi, perito del Equipo Argentino de Antropología Forense; la Abuela Rosa Báez, madre de la embarazada María Eva Duarte; y Walter Duarte, hijo de Rosa.
Las audiencias se desarrollarán en Pueyrredón 3728, partido de San Martín. Los mayores de 18 años pueden ingresar a la sala con DNI.
En el blog nuevojuicioporcampodemayo.blogspot.com se puede seguir el cronograma de audiencias y encontrar información sobre este nuevo proceso que busca Verdad y Justicia para nuestros hijos e hijas desaparecidos por el terrorismo de Estado.

lunes, 27 de agosto de 2012

“Conocer la verdad es clave”


Ramiro Menna, hijo de los desaparecidos Ana María Lanzilloto y Domingo Menna, se hizo cura entre los salesianos, viajó a Etiopía, dejó la congregación y se casó. Hoy vive en La Rioja e integra el Frente Riojano de Organizaciones Populares. Busca un hermano o hermana y espera que el juicio sobre Campo de Mayo, que acaba de empezar, lo ayude a encontrarlo

(Fuente: Alejandra Dandan - Página/12)
Ramiro Menna está convencido de que existe “un mar de coincidencias” entre el “credo” de sus padres en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y el suyo, dentro de la izquierda de la Iglesia Católica latinoamericana. Tenía dos años cuando sus padres, Ana María Lanzillotto y “el Gringo” Domingo Menna, y él fueron secuestrados el 19 de julio de 1976 en Villa Martelli, en la caída de la conducción del PRT. Ana María estaba embarazada. Ramiro –que busca a un hermano o hermana– se hizo cura entre los salesianos. Alguna vez pidió viajar a Africa, porque irse más lejos le permitía estar más cerca de sí mismo. Dejó la congregación para irse a un lugar un tanto menos lejos, en los Llanos de La Rioja, un territorio legendario de la pastoral del obispo Enrique Angelelli, desde donde integra el Frente Riojano de Organizaciones Populares (FROP). “Por mi formación católica, al principio me parecía que por un lado mis papás habían hecho lo que creían por el bien de la gente. Y, por otro, que estaban equivocados. Con el tiempo fui indagando más y formándome políticamente: comprendí mucho mejor lo que significó la lucha del Partido Revolucionario de los Trabajadores en Argentina. Cada vez es más pequeño el margen de crítica que tengo de lo que hicieron mi viejo y mi vieja durante los setenta.”
La historia de Ramiro vincula en el presente dos escenarios. El juicio que acaba de empezar en San Martín, con sus padres entre las víctimas. Y La Rioja de Angelelli, donde también se está haciendo un juicio por la desaparición de dos sacerdotes durante la última dictadura.
–¿Como se pasa del presente intenso en Chepes a julio de 1976?
–El juicio sobre Campo de Mayo tiene una dimensión muy esperada por todos nosotros como familia, por la cuestión de que quizá, uno no sabe, puede aparecer algún indicio, algo que nos ayude a encontrar a mi hermana o hermano. Desde el presente, esa es la ligazón más fuerte. Uno lo espera con ansiedad. Además, está la visión política de la justicia en tanto que permite conocer la verdad histórica de lo que pasó en Campo de Mayo con estas personas en particular, pero alimentando la pintura total de la dictadura en nuestra Argentina. Eso ayuda a entender lo que es una sociedad desigual como la latinoamericana, con una elite dominante que recurre a las herramientas que tenga a mano para mantener su situación de privilegio. En los ’70, tuvieron la posibilidad de instalar una dictadura que protegía sus intereses, hoy no la tienen pero no es que no la deseen. Los juicios van desnudando esto: hasta qué punto pueden llegar...
–¿Qué pasó con vos?
–Cuando mamá desaparece, el 19 de julio de 1976, yo tenía dos años y ella estaba embarazada de unos ocho meses. Desaparece con esa panza y hay distintas versiones del circuito que siguió. Probablemente terminó en Campo de Mayo, no se sabe si pasó por el Vesubio. Patricia Erb, que estaba en Campo de Mayo, atestigua que mamá dio a luz. No se sabe si varón o mujer, pero dio a luz, porque entre las compañeras presas corrió la voz: “La mujer del Gringo dio a luz”, decían.
–¿Cómo te sacan a vos?
–Un tío mío, Cholo (Carlos Mario Lanzillotto), abogado, viviendo en La Rioja empieza a averiguar dónde podía estar su hermana el marido de su hermana y yo. O sea mamá, papá y yo. El tío Cholo estudió en Córdoba y creo que un amigo de ahí le dio el dato de alguien de la Justicia de la provincia de Buenos Aires. Ese hombre le cuenta: “Mirá, de tu hermana y el marido, olvidate, olvidate porque nadie te va a decir nada, ni dónde están, ni nada”, pero le pasó el dato de dónde estaba yo. Tenía que ir a buscarme a un juzgado federal o una guardería policial, creo que en San Martín.
–Si es ahí, puede ser el mismo lugar donde dejaron a Victoria Montenegro.
–Yo estuve desde el 19 de julio hasta el 8 o 10 de agosto. En el medio, fijate vos, desaparecen los curas de Chamical, lo asesinan a Wenceslao Pedernera el 25 de julio y a monseñor Angelelli el 4 de agosto. El 8, mi tío se entera, viaja a Buenos Aires, también viaja mi tía Quela, una hermana de mi mamá a quien mi mamá le había dicho: “Mirá, si me llega a pasar algo a mí, por favor hacete cargo de Ramiro”. Quela (Nidia Lanzillotto) hizo las gestiones con el tío Cholo para sacarme de la guardería. Hasta ahí estamos, pero de mamá, de papá y del bebé de mamá, nada.
–¿Y vos?
–Pasan los años, yo me entero a los 13 o 14 años que era hijo de desaparecidos. Me crié con mis tíos pensando que era hijo de ellos. Pero según me explicó un psicólogo de Abuelas, fueron mecanismos de defensa de mi psicología: tratar de guardar en un lugar bien oscuro de la conciencia toda esa parte y no recordar nada, fue una manera de defenderme de cosas que me podían hacer mucho daño. Quela me crió. Vivimos en Carmen de Patagones. Me cuenta que cuando yo recién llegué tenía pesadillas. “Ani, Ani, mamá, mamá”, decía a la noche. Me despertaba y Quela entonces venía y me preguntaba si quería hablar de mi mamá. Yo le decía que no, que no. Hundía la cabeza en la almohada y me volvía a dormir. De a poquito al parecer desdibujé la idea de que tenía una mamá porque le empecé a decir mamá a Quela. Los psicólogos aconsejaron a mis tíos que me provean sólo de la información que yo solicitara, pero no más que eso, porque yo iba a preguntar lo que podía manejar. Cuando llego a los 13 años sin hacer preguntas, convencido de que mis primos eran mis hermanos, les aconsejan que me digan la verdad.
–¿Cómo fue con eso?
–Fue como una película, no me parecía una historia real. No se me encarnó hasta que no pasaron años. No hubo reacción violenta ni nada, lo tomé muy bien. Tenía más o menos conciencia de lo que había sido la dictadura y por mi formación católica la historia de mis papás, al principio, por un lado me parecía que habían hecho lo que creían por el bien de la gente. Y por otro, me parecían equivocados. Con el tiempo, fui indagando y formándome políticamente. Si bien no perdí mi fe, soy creyente y militante de la iglesia Católica latinoamericana, que no es la romana, fui comprendiendo mucho mejor lo que significó la lucha del PRT, junto con otros movimientos revolucionarios y de izquierda en América latina. Y la verdad es que cada vez menos creo que se equivocaron ellos en algo, en su militancia. Cada vez es más pequeño el margen de crítica que tengo de lo que hicieron mi viejo y mi vieja durante los setenta.

A Etiopía

En Carmen de Patagones, Quela trabajaba en Cáritas con un compromiso que Ramiro recupera en clave política. Levantaron una guardería en uno de los barrios más pobres comprometiendo al gobierno de la provincia con los sueldos de los docentes. Ramiro creció y se formó en el movimiento juvenil de los salesianos desde donde lee otra huella de su formación: participó como delegado del movimiento en instancias de organización local, regional y nacional. Había grupos misioneros con trabajo en las comunidades mapuches de la cordillera. Los de Oratoria, en las villas de Bahía Blanca. “Muchos chicos de clase media entraban en contacto con una realidad que no conocían, al comienzo los shockeaba pero después los terminaba por comprometer”, dice. Se hizo cura salesiano. Pidió ir a una misión en Etiopía en el norte de Africa. “Uno a veces se va lejos para estar más cerca, para encontrar lo que realmente le importa, mi experiencia en Etiopía fue inolvidable”, aunque ahí dejó la congregación porque “sentí cosas de la estructura eclesial que me incomodaban, me hacían ruido; en mi divorcio con los salesianos conocí a Dillawork, que hoy es mi mujer”. Ramiro, Dillawork, dos hijos y uno que está a punto de nacer viven en Chepes, un pueblo en el interior de La Rioja adonde llegó por una propuesta de Rafael Sifre, compañero del movimiento rural de Pedernera y Angelelli.
Ahora es profesor de física y química en un bachillerato de jóvenes y adultos en Ulapes, a 60 kilómetros de Chepes. Va tres veces por semana. Y pone parte del empeño en AecheLar, la Asociación de Emprendedores de Chepes que nació como cooperativa de trabajadores para potenciar criterios populares, parar la olla y a la vez desarrollar un proyecto económico sustentable en la región, dice él. La organización tomó forma sociopolítica. Abrieron FM La Tusca y la Cooperativa El Monte. La Tusca es parte de la red de medios de comunicación alternativa y canal de expresión sin condicionantes gubernamentales ni privados, dice. Un medio para denunciar efectos de la megaminería y sostener articulaciones con otras organizaciones. La cooperativa trabaja el cuero a partir del cabrito: “Parte de la producción genuina del pequeño productor de los Llanos que vende la carne pero desperdicia mucho el cuero”. Desde ahí, integran el FROP para articular con otros proyectos que ahora piensan en la construcción de una alternativa popular para disputar poder real en el escenario político de la provincia.
–Tu vida después, ¿no tiene algo de espejo con tus viejos?
–Puede ser. De chico en Patagones, sinceramente, aun antes de entender un poco cómo funciona el mundo de lo político, vivía en una familia que tenía un compromiso social. Quela laburaba mucho desde la Iglesia. Yo aprendo eso también. Pero conocer el compromiso de mis viejos y al mismo tiempo por mi militancia católica latinoamericana, uno descubre un mar de coincidencias. Toda una Iglesia comprometida con la construcción de una sociedad más justa que se convierte en mártir; que fue asesinada sistemáticamente, pero que sigue en lucha, que no se rinde. Y mis viejos, por otro lado, que creían en un proyecto de país muy distinto, lucharon, empujaron para que eso surgiera, se hiciera realidad en nuestra tierra y cayeron en medio de esa lucha. Cuando vos hablás de espejo, yo me siento muy identificado con muchas de las ideas que están en el credo, por decirlo así, del PRT. La necesidad de construir una sociedad fuerte, orientada según los intereses de los trabajadores, en línea quizá con lo que dice Hugo Chávez: un socialismo del siglo XXI que hay que crear. Que todavía no existe. Que no es ninguno de los que hemos visto pero que ciertamente no es capitalismo.
–¿En estos años supiste algo de tu posible hermano o hermana?
–En el marco de mis preguntas, en algún momento me fui enterando de que mi mamá estaba embarazada. El primer contacto con el tema fue cuando me saqué sangre, a los 18 o 19 años. Después me fui a Paraguay. Yo estaba viviendo en Trelew con los salesianos. Y salió el dato de que Carolina, hija adoptiva del matrimonio Bianco, tenía la edad y hasta rasgos que podían indicar que podía ser hija de Ana María Lanzillotto, es decir mi hermana. Bianco también tenía a Pablo, que después se supo que era hijo de desaparecidos. Yo viajé a Paraguay en 2000. Vi a Carolina. Ella tenía confianza con los salesianos porque había estudiado en un colegio con ellos. Yo sabía que se había negado a cualquier extracción de sangre, pero quise verla para que accediera, para pedirle por favor. Al final no accedió. Mucho después se lo hizo, y dio negativo (con todo el banco). Después hubo otra chica que podía ser, yo estaba en Etiopía. Pero resultó que tampoco era.
–¿Se lo espera ahora o se lo busca?
–Yo voy a declarar muy probablemente en el juicio. Para declarar de mis padres no puedo ir a decir nada: tenía dos años, no puedo decir quién me agarró a mí o quién me separó de mi madre. Puedo dar testimonio para que se vea cómo puede repercutir la acción del terrorismo en la vida de una persona, pero además vale por esto: quizá tenga su repercusión en alguna persona concreta que por ahí abra una puerta. Yo tengo 38 años, mi hermana o hermano tendría que tener 36, si me está escuchando debería saber que todos los especialistas coinciden en el hecho de que la verdad te va a hacer libre. Después vos podés criticar a tus viejos, si querés. Que se equivocaron, que no; porque a lo mejor mi hermana o hermano tenga construido un pensamiento totalmente de derecha, qué sé yo. Pero más allá de eso, conocer la verdad en tu historia es clave, de ser feliz y hacer feliz a otro.

Comenzó un juicio por secuestros y nacimientos en cautiverio en Campo de Mayo



El Tribunal Oral Federal 1 de San Martín inició el sexto proceso por crímenes de lesa humanidad, entre ellos el secuestro y desaparición de 7 embarazadas que dieron a luz en una maternidad clandestina y la apropiación de una nieta hoy restituida.


(Fuente: Télam)


Los imputados en el debate oral y público son diez, de los cuales tres, el ex dictador Reynaldo Bignone y los represores Santiago Riveros y Eugenio Guañabens Perelló, estuvieron presentes por estar acusados en la primera causa que se ventila a partir de este jueves.

El Tribunal integrado por los jueces Héctor Sagretti, Daniel Cisneros y Daniel Petrone comenzó la lectura de elevación a juicio pasadas las 10 en la nueva sede tribunalicia de Pueyrredón 3728, partido de San Martín, destinada especialmente a la realización de juicios por delitos de lesa humanidad cometidos en la jurisdicción de Campo de Mayo.

Los acusados, además de Riveros (ex comandante de Institutos Militares) y Bignone (segundo de Riveros), son Luis Sadí Pepa, Eugenio Guarañabens Perelló, Julio San Román, Hugo Castagno Monge, Carlos Eduardo Somoza, Carlos Tomás Macedra, Carlos del Señor Garzón y María Francisca Morillo, estos últimos acusados por apropiación de Laura de Sanctis Ovando.

Tres de las causas que se juzgan corresponden a siete embarazadas desaparecidas junto a sus parejas y en un caso una asesinada en Campo de Mayo.

Las embarazadas desaparecidas junto a sus parejas son Marta Graciela Alvarez, Ana María Lanzilotto, María Eva Duarte, Isabel Acuña, Miryam Ovando, Susana Stritzler y Beatriz Recchia.

Antes del inicio del juicio, Laura Catalina de Sanctis Ovando -cuyos padres fueron secuestrados en Campo de Mayo, estando su mamá embarazada de 6 meses- señaló a Télam que "este juicio significa abrir heridas, limpiarlas y aliviarlas, y también es una manera de honrar y hacer presentes a mis padres".

"También es importante que toda la ciudadanía sepa que el Estado que perpetró crímenes de lesa humanidad hoy exponga y castigue a los culpables", afirmó Ovando, nieta restituida en 2008 y cuya causa por apropiación fue incorporada al debate.

Por su parte, el abogado querellante por la agrupación Justicia Ya!, Pablo Piatigorsky, indicó que "la postura de la querella será inscribir los delitos en el marco de un genocidio", y precisó que solicitarán la condena de cumplimiento efectivo en cárcel común, ya que "el argumento de ancianidad no puede ser utilizado como elemento de impunidad".

Junto con el abogado Jorge Briozzo, el letrado planteó que las más de 20 víctimas de este juicio "deben ser tratadas como desaparecidas y, por lo tanto, se exigirá saber dónde están sus cuerpos".

Gastón Hugo Mena, hijo de Marta Graciela Alvarez y Hugo Francisco Mena -secuestrados y desaparecidos cuando tenía tres años y su madre embarazada-, espera que durante el juicio a los asesinos de sus padres "digan quién tiene a mi hermano o hermana nacida en cautiverio porque es la pieza más importante para armar el rompecabezas de mi vida".

También espera conocer a los que "vieron por última vez a mi mamá embarazada y saber dónde está", señaló el joven de 34 años que en 2010 pudo enterrar los restos de su padre, identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense.

Estuvieron presentes en la primera jornada del juicio la integrante de Madres de Plaza de Mayo-línea fundadora, Mirta de Baravalle; Angela "Lita" Boitano, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas; el diputado nacional y nieto restituído Horacio Pietragalla Corti; y los nietos Victoria Montenegro, Guillermo Pérez Roisinblit y Lorena Battistiol.

Afuera del edificio, familiares y agrupaciones de derechos humanos y políticas esperaban el inicio del juicio con cánticos, banderas y pancartas con los nombres de los detenidos desaparecidos.

Entre ellas, se identificaban la Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia-Zona Norte, Comisión por la Memoria del partido de San Martín, agrupación El Eternauta, Movimiento Evita y Juventud Peronista de San Martín y la agrupación Kolina.

Campo de Mayo fue uno de los mayores centros clandestinos de detención con 5 mil hectáreas en el conurbano bonaerense y allí funcionó la maternidad clandestina y tres lugares de alojamiento de secuestrados.

A esa guarnición eran llevados secuestrados de la zona 4 del Ejército que abarcaba San Miguel, Vicente López, Tres de Febrero, Pilar, Escobar, Tigre, San Fernando, General San Martín, Exaltación de la Cruz, Zárate, Campana y San Isidro.

Los partos se hacían en el hospital Militar de Campo de Mayo, a cargo del fallecido médico militar Julio Caserotto y también bajo la órbita de Norberto Bianco, un médico extraditado desde Paraguay.



La megacausa Campo de Mayo ya tuvo cinco juicios

La megacausa por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en Campo de Mayo suma cincos procesos con sentencias, a los que se sumará el que comenzó este jueves contra el ex dictador Reynaldo Bignone.

El primer juicio de la megacausa fue por el secuestro de Iris Avellaneda y el secuestro y asesinato de su hijo, de 15 años, Floreal "Negrito" Avellaneda, ambos militantes del Partido Comunista.

El juicio comenzó en abril de 2009 y la sentencia contra Santiago Omar Riveros y otros cinco ex militares y un ex policía fue dada a conocer el 13 de agosto de 2009.

Riveros fue condenado a prisión perpetua; Fernando Verplaetsen, ex jefe de inteligencia del Comando de Institutos Militares y ex jefe de la Policía Bonaerense, a 25 años; Osvaldo García, ex titular de la Escuela de Infantería de Campo de Mayo, a 18 años; a 8 años fueron condenados César Fragni y Raúl Harsich, quien se desempeñaban a las órdenes de García, y a 14 años al ex policía bonaerense Alberto Aneto.

El segundo juicio comenzó en noviembre de 2009 y fue contra el último presidente de la dictadura, Reynaldo Bignone, y otros ex generales que comandaron Campo de Mayo.

Las sentencias, a cumplirse en cárcel común, se conocieron en abril de 2010 contra Reynaldo Bignone, Santiago Omar Riveros y Fernando Verplaetsen (perpetuas); Carlos Tepedino (20 años); Jorge Osvaldo García (18 años); Eugenio Guañabens Perelló (17 años), mientras que el único absuelto fue el ex comisario Germán Montenegro.

En este segundo juicio se ventilaron delitos de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo, donde funcionaron al menos cuatro centros clandestinos de detención, entre ellos "El Campito" y "La Casita".

En tercer juicio condenó el 14 de abril de 2011, a prisión perpetua al ex comisario Luis Abelardo Patti, nuevamente a Bignone y Riveros y a Martín Rodríguez.

En tanto, condenó a seis años de prisión al ex comisario Juan Meneghini.

La Justicia los condenó por el asesinato de Gastón Gonçalves y los secuestros y torturas a otros seis militantes del PJ de Escobar durante la última dictadura.

El cuarto juicio fue en diciembre de 2011, en el que fue condenado a ocho años de prisión al ex comisario Juan Demetrio Luna.

El ex comisario fue condenado como partícipe primario de la privación ilegal de la libertad agravada por violencia y amenazas contra Carlos José Fateche y Victorio Derganz, quienes fueron secuestrados en 1976 y detenidos en la repartición de Tigre, ubicada en la calle Bordeau 548.

El quinto juicio, cuya sentencia se conoció el 31 de mayo pasado, condenó a 19 años de prisión a Roberto Bustos y a 9 años a Jorge Bianchero, ambos ex policías bonaerenses, encontrados culpables de haber realizado tareas de inteligencia previas a un operativo que culminó con el secuestro de un grupo de jóvenes que concurría a un taller literario y al profesorado Mariano Acosta, en la ciudad de Buenos Aires, en 1979.

“Este juicio es sanador y liberador”


Reynaldo Bignone, Santiago Omar Riveros y Eugenio Guañabens Perelló están acusados por los secuestros y desapariciones, entre ellos de siete militantes embarazadas. Críticas por la brevedad de la primera audiencia y la poca frecuencia de éstas.

(Fuente: Alejandra Dandan - Página/12) 

“¡Doce años tenía cuando me torturaron!”, se oyó en medio de la sala. El silencio con el que empezaron a levantarse para salir los tres represores se partió con ese grito sacado desde el alma. “¡Asesinos!”, se oyó.“¡Genocidas!” “¡Violadores!” Alguien entonces logró mancomunar las voces que habían desatado. “¡Treinta mil compañeros desaparecidos!”, vivó. “¡Ahora y Siempre!”, respondió la sala.
Reynaldo Bignone, enfundado en saco de invierno pesado, y Santiago Omar Riveros se sentaron al costado de los integrantes del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín, uno al lado del otro. En la silla de atrás, con la cara tapada entre las arrugas, lo hizo Eugenio Guañabens Perelló, director de la Escuela de Apoyo para el Combate General Lemos de Institutos Militares en 1977. Sólo tres de los diez acusados de este juicio que acaba de empezar en San Martín, por los crímenes de veintiún personas en la jurisdicción de Campo Mayo, entre las que hay siete militantes mujeres embarazadas, secuestradas y desaparecidas con sus compañeros. Para sorpresa de varios familiares que estuvieron ahí, algunos de los que se acercaron a la sala para ver las caras de los acusados, el Tribunal irá sentando a los demás a medida que se avance con las causas. Bignone, Riveros y Guañabens Perelló están acusados por allanamientos, privación ilegal, tormentos en el expediente de las embarazadas, el primero que se analizará en las audiencias. Riveros también está acusado por el homicidio de una de las parejas.
“Este juicio es para que se sepa la verdad de lo que pasó con mis papás y el resultado de eso, que fue mi apropiación”, dice parada en la puerta del Tribunal Catalina de Sanctis Ovando, sobre el juicio que no sólo se detendrá en el secuestro y desaparición de sus padres, Myriam Ovando y Raúl De Sanctis, sino en el que se juzgará además a sus apropiadores. Catalina recuperó su identidad en 2008. “Es sanador y liberador para mí todo este momento –dijo–, aunque todavía falta mucho porque acá vamos a estar juzgando a los que dieron las órdenes en el caso de mis papás, pero todavía falta saber quiénes se los llevaron, quiénes secuestraron a mi papá. La justicia llega, pero siempre falta.”
Momentos antes, en la sala de audiencias recién estrenada para los juicios de Campo de Mayo, los nombres de las siete embarazadas aparecieron desplegados en las manos de otros compañeros que los sostenían en toda la sala. Una mujer de Malvinas Argentinas sostuvo la foto de María Eva Duarte y de su compañero, Samuel Aranda. Ella estaba embarazada de dos meses. “¡Hoy estoy quebrada!”, suspiró apenas se sentó al lado del cartel Sara Fernández: “¡Mirale la carita!”, dijo la abuela de Sebastián Bordón barrida por las lágrimas. “¡Estos son los mismos tipos que se llevaron a Sebastián, la policía brava del Proceso!”
Juana Muñiz Barreto estaba un poco más adelante. Anotó cada cosa en una libreta. La hija del diputado Diego Muñiz Barreto, asesinado por la dictadura y por el que fue condenado Luis Aberlado Patti, esperaba a alguno de los acusados que todavía no llegaron al juicio. Entre otros, a Julio San Román, alias “Cacho”, y a Hugo Miguel Castagno Mongue, alias “Yaya”, los dos oficiales de Gendarmería, jefes de la custodia de El Campito, el centro clandestino de Campo de Mayo, parte de la trama de represores que aún no fueron juzgados por el crimen de su padre.
Media hora después de las 10, el presidente del Tribunal, Héctor Sagretti, abrió el debate con la lectura de la acusación abreviada, de acuerdo con las pautas de la Cámara de Casación para acelerar los juicios. Una secretaria leyó una síntesis con la reconstrucción de los secuestros de las mujeres y los casos en los que ellas aparecen como parte de una trama más amplia en la que cayeron otros compañeros. Luego les dieron la palabra a los acusados. Riveros lo único que dijo es que estaban mal los datos de su domicilio. Bignone dijo lo mismo. Y como si se hubiesen puesto de acuerdo, Guañabens Perelló a su turno volvió a decirlo. Ninguno declaró. Todos se remitieron a declaraciones anteriores. Cuando la secretaria del Tribunal se disponía a leerlas, el fiscal Marcelo García Berro pidió al Tribunal que las diera por leídas. En la lógica de acelerar el debate, las querellas dijeron lo mismo. Y listo. Poco más de media hora después de haber comenzado un juicio esperado desde hace años –y hace año y medio por falta de salas–, la primera jornada se terminó. Sagretti dispuso un cuarto intermedio hasta la semana próxima. Y aclaró que todavía no sabían si iban a poder seguir el cronograma previsto, que iban a intentarlo, pero que tienen otros juicios y uno de los jueces sigue un debate similar en Mar del Plata.
La sala se paró en completo silencio, como paralizada por eso que no acaba de empezar. “¿Cómo es posible que se haya hecho así?”, dijo Daniel Cabezas de la Comisión Campo de Mayo, parado con la foto de su hermano Gustavo desaparecido, al que se llevaron sangrando después de descargarle una serie de disparos mientras repartía volantes en una plaza. “Es maravilloso que empiece el juicio, reivindicamos que se esté juzgando, pero pedimos otra forma de organización, porque si no esto va a durar cien años.” El abogado querellante Pablo Llonto se pronunció en el mismo sentido. “La audiencia duró media hora en una sala nueva después de tanto esfuerzo y hoy se podía haber seguido con la etapa testimonial”, dijo. “Los reclamos de los jueces son porque la Cámara de Casación debe completar los tribunales con otros jueces para que no ocurra lo que está pasando, que un juez no puede seguir el debate porque se va a Mar del Plata.”
Las audiencias están previstas de dos jornadas a la semana, pero cada quince días. El cronograma distribuido por los querellantes entre los que está Justicia Ya!, la abogada Alcira Ríos, Abuelas de Plaza de Mayo y la Secretaría de Derechos Humanos indica, sin embargo, que las próximas cuatro semanas tendrán un día de audiencias cada vez.
En la sala, varios nietos recuperados acompañaron a Catalina. Victoria Montenegro, el diputado Horacio Pietragalla, Guillermo Pérez Roisinblit y Lorena Battistiol. También Juliana García Recchia, cuyos padres son parte del juicio. En la primera fila se la veía a Mirta de Baravalle, de Madres Línea Fundadora, y a Lita Boitano, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas.

Los siete casos de embarazadas

- Marta Graciela Alvarez y Francisco Hugo Mena. Marta estaba embarazada. Con ellos secuestraron a Francisco Tiseira, Julio Visuara y Norma Argentina Benavides, que también son víctimas en este juicio. Los secuestraron el 19 de abril de 1976 en Tortuguitas. Los interrogaron y trasladaron a uno de los centros clandestinos de Campo de Mayo. Marta y Francisco Tiseira murieron como consecuencia de disparos en la cabeza. Fueron identificados. Los otros están desaparecidos.
- Ana María Lanzillotto y Domingo “el Gringo” Menna. Ana María estaba embarazada de ocho meses, la secuestraron el 19 de julio del ‘76 en Villa Martelli, en un operativo en el que cayó la conducción del PRT-ERP. Los vieron en uno de los centros de Campo de Mayo. Domingo fue torturado. Los dos están desaparecidos.
- María Eva Duarte y Alberto Samuel Aranda. María Eva Duarte estaba embarazada, la secuestraron el 9 de septiembre de 1977 en Los Polvorines. Tenía otros dos hijos, Lorena de 2 años y Alejandro de 7 meses, que quedaron con los vecinos. Alberto fue privado de la libertad ese mismo día en la parada del colectivo cuando volvía del trabajo. Los dos están desaparecidos.
- Isabel Acuña y Oscar Gutiérrez Sesarego. Ella estaba embarazada. La secuestraron el 26 de agosto del ’76 en Ramos Mejía. Habrían sido alojados en el sótano de la comisaría 4ª de San Isidro provenientes de otro centro. Están desaparecidos.
- Myriam Ovando y Raúl De Sanctis. Ella estaba embarazada. Los secuestraron entre el 1º de abril y 20 de mayo del ’77. A ella en Escobar y a él en la estación de Campana. Los dos están desaparecidos.
- Susana Stritzler. Estaba embarazada. Fue secuestrada el 21 de diciembre de 1976 en Boulogne por un grupo vestido de civil. Está desaparecida. Con ella, en la causa están incorporados Miriam Ardito Calvo, Nélida Beatriz Ardito Calvo, Roberto Coma Velasco de Ardito.
- Beatriz Recchia y Antonio Domingo García. Beatriz estaba embarazada. El tramo incluirá el secuestro de Juliana que estuvo secuestrada con ellos.

Comienza el juicio por la desaparición de embarazadas en Campo de Mayo y la apropiación de Catalina de Sanctis Ovando


(Comunicado de  prensa)

Abuelas de Plaza de Mayo informa que el 23 de agosto, a las 9.30, comienza un nuevo juicio por los crímenes cometidos en Campo de Mayo, delitos de lesa humanidad en perjuicio de veinte víctimas -entre ellas siete mujeres embarazadas-, y que incluye la causa por la apropiación de Laura Catalina de Sanctis Ovando, nieta restituida en 2008.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de San Martín, integrado por los doctores Héctor Sagretti, Daniel Cisneros (subrogante) y Daniel Petrone (subrogante), estará a cargo del juicio que tiene en el banquillo a los represores Santiago Omar Riveros, Reynaldo Benito Bignone, Luis Sadí Pepa, Eugenio Guarañabens Perelló, Julio San Román, Hugo Miguel Castagno Monge, Carlos Eduardo José Somoza, Carlos del Señor Garzón y María Francisca Morillo, estos últimos, apropiadores de Catalina. En tanto, a Osvaldo García, Director de la Escuela de Infantería dependiente del Comando de Institutos Militares y responsable de los delitos cometidos en el “Área 450”, se le suspendió el proceso por razones de salud.
La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Laura Catalina de Sanctis Ovando y Juliana García, representadas por los abogados Alan Iud, Mariano Gaitán y Florencia Sotelo, actuarán como querellantes, al igual que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos y otras querellas particulares.

Apropiación
Laura Catalina es hija de Miryam Ovando y Raúl René de Sanctis. Miryam fue secuestrada el 1° de abril de 1977 en la localidad de Virreyes, zona norte del Gran Buenos Aires, embarazada de seis meses. Y Raúl, en mayo de ese mismo año, en la estación de trenes de Campana.
Miryam permaneció detenida ilegalmente en la localidad de Escobar, en un centro clandestino dependiente de Campo de Mayo. El 11 de agosto de 1977, nació Catalina en el Hospital Militar de Campo de Mayo. La niña fue apropiada por Carlos del Señor Garzón, ex oficial de inteligencia del Batallón 601, y su mujer, María Francisca Morillo, quienes la inscribieron como hija propia.
Ante las denuncias sobre una joven que podría ser hija de desaparecidas, el Juzgado Federal Número 4 de la Ciudad de Buenos Aires ordenó el secuestro de objetos personales a fin realizar los estudios en el Banco Nacional de Datos Genéticos. El 8 de septiembre de 2008, el juzgado informó que la joven es hija de Raúl y Miryam, ambos desaparecidos. Hoy Catalina es querellante en esta causa.

Víctimas
Son siete casos de mujeres embarazadas desaparecidas junto con sus parejas o compañeros de militancia: Marta Graciela Álvarez, Ana María Lanzilotto, María Eva Duarte, Isabel Acuña, Miryam Ovando, Susana Stritzler y Beatriz Recchia.
Las demás víctimas de ese centro clandestino son Francisco Tiseira, Julio Visuara, Norma Argentina Benavides, Francisco Hugo Mena, Domingo Menna, Alberto Samuel Aranda, Oscar Gutiérrez Sesarego, Raúl De Sanctis, Roberto Ardito, Atlántida Coma, Nélida Beatriz Ardito, Antonio Domingo García y Juliana Inés García (liberada).

Imputados
El juicio oral acumula tres causas y son nueve los imputados:
- Santiago Omar Riveros: Comandante de Institutos Militares (con sede en la guarnición de Campo de Mayo), entre 1976 y 1978. Es el máximo responsable de los crímenes de lesa humanidad cometidos en el ámbito de la “Zona IV”, que se extendía sobre todos los partidos de la zona norte de la provincia de Buenos Aires.
- Reynaldo Bignone: Jefe del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares durante 1977, segundo de Riveros. También es responsable por los delitos cometidos en esa zona.
- Luis Sadí Pepa: Director de la Escuela de Comunicaciones, dependiente del Comando de Institutos Militares, durante 1977. Responsable de los crímenes cometidos en el “Área 420” que correspondía a Florida. Este es su primer juicio y se le imputa el homicidio de Antonio García y el secuestro de Beatriz Recchia, padres de Juliana y Bárbara García Recchia, nieta restituida en 2009.
- Eugenio Guañabens Perelló: Director de la Escuela de Apoyo para el Combate “General Lemos”, dependiente del Comando de Institutos Militares, durante 1977. Responsable de los delitos cometidos en el “Área 470”, del partido de General Sarmiento. Se le imputa la desaparición de María Eva Duarte y Alberto Aranda.
- Julio San Román: Oficial de Gendarmería, uno de los jefes de la custodia de El Campito.
- Carlos Eduardo José Somoza: Oficial de inteligencia del Ejército, uno de los torturadores más violentos del Campito.
- Hugo Miguel Castagno Monge: Oficial de Gendarmería, jefe de la custodia del Campito.
- Carlos del Señor Hidalgo Garzón: Fue oficial de inteligencia del Batallón 601. Se apropió de Laura Catalina de Sanctis Ovando, hija de Miryam Ovando y Raúl René de Sanctis.
- María Francisca Morillo: Civil. Junto con Hidalgo Garzón, se apropió de Laura Catalina de Sanctis Ovando.
Las audiencias se desarrollarán en la sala de la calle Pueyrredón 3728, de la ciudad de San Martín, el 23 y 30 de agosto, el 4 de septiembre y, luego, martes y jueves semana por medio. Pueden ingresar con DNI los mayores de 18 años.
Esperamos que nos acompañen en este nuevo proceso en busca de más Memoria, Verdad y Justicia para nuestros hijos, hijas y nietos, víctimas de las atrocidades del terrorismo de Estado.

Ciudad de Buenos Aires, 22 de agosto de 2012.